miércoles, 25 de abril de 2012

Tecnologías del crecimiento (I)

Comunicación sorprendente
Carles es un hombre jubilado, que viene desde hace un tiempo a terapia. En algunos aspectos hemos avanzado, pero a veces, me encuentro desorientado por su costumbre (pienso yo) de no escuchar lo que le digo, y de interrumpir. También tiene dificultades de comunicación con otras personas de su entorno.
Empiezo la sesión preguntándole por sus cosas. Después de escuchar durante unos minutos, hago un comentario que es rápidamente interrumpido por él. Pero esta vez me doy cuenta de que el comentario lo he hecho en una voz aguda, con la que intento ser amable. Me viene a la cabeza un estudio según el cual los hombres vamos perdiendo capacidad de escuchar registros agudos, con la edad. Pruebo a reflejar una voz más grave y cavernosa, como la que él hace:
automáticamente, detiene la conversación, me mira confiadamente a los ojos y en su respuesta denota que ha comprendido el comentario. La sesión continúa con una profundidad y suavidad maravillosas, excepto cuando me centro tanto en el contenido de lo que hablamos que me tenso y vuelvo a hacer un tono agudo: por momentos, perdemos la conexión, y la volvemos a encontrar. Si me pongo en su piel, entiendo que debe ser confuso e irritante no entender lo que te están diciendo, y así, puede que yo también interrumpiría y haría lo posible para que pasara pronto ese zumbido molesto, incluso sentiría que mi interlocutor es muy desconsiderado por no expresarse con claridad.

Pero esta vez ha sido diferente, por suerte, y la sesión acaba con una expresión aliviada y alegre de Carles, y una sensación de comunión humana, (fantaseo), en ambos.

De nuevo, las causas y los efectos
Imaginemos que no hubiese llegado nunca a esta conclusión: tendría un gran calentamiento de cabeza, sobre cómo maneja las relaciones esta persona, si tiene miedo de ser dominado por otros, o si tiene una olímpica indiferencia por lo que puedan pensar los demás... y naturalmente, trataría de aplicar soluciones en concordancia con estas teorías. Los resultados serían, en el mejor de los casos, pobres, y en el peor, frustrante y doloroso para todos.

Saber cómo causar los efectos que queremos depende de haber acumulado previamente conocimientos del asunto, desde diferentes perspectivas, intuitiva, matemática, antropológica, filosófica...



Historias verídicas
Si no es bastante evidente con la historia de arriba, comento otra, frecuentemente comentada para explicar los procesos de cambio de paradigma (que me gustaría tocar en otro momento):

En el primer tercio del s. XX, las neveras se cerraban herméticamente de una forma diferente a la actual: tenían una manecilla que, girándola noventa grados, hacía presa en un enganche, como aún se ve en las salas refrigeradoras profesionales.
¿Qué pasaba? Muchos niños y niñas, jugando al escondite, encontraban en las neveras una trampa mortal.

¡Era necesario parar la tragedia! En Estados Unidos, se emprendió una costosísima acción de prevención, haciendo que los fabricantes incorporasen una manecilla interior y realizando campañas de concienciación en las escuelas, periódicos y radio, para que los más pequeños aprendiesen a abrir si alguna vez se quedaban encerrados dentro.
...Hasta que a alguien se le ocurrió poner gomas e imanes, materiales ya existentes. Fin del problema.

¡Cuántas espaldas baldadas por fregar el suelo a mano! ... hasta que alguien viene y le pone un palo al trapo.


El sentido de la tecnología
El inventor Buckminster Fuller introdujo conceptos como 'sinergia' o 'efemeralización', que vienen a referirse al principio 'Hacer más con menos'.
¿De eso va la tecnología, no? Utilizar nuestra mente para hacer las cosas mejor, tener mejores resultados con menos consumo de recursos. Si bien se ha cuestionado esta idea, porque según dicen los críticos, lo que se simplifica por un lado se complica por otro, no se me ocurre otra que insistir: la tecnología nos tendrá que sacar de los problemas en los que nos metió la tecnología. Es decir, si la producción en cadena trajo alienación y explotación de los trabajadores, puede que una 'efemeralización' semejante aplicada al sistema asambleario hubiese permitido un modelo más justo (¡aún estamos a tiempo, eh!)


La tecnología descontaminante sería otro ejemplo de lo mismo: como en la mayoría de las polémicas, no se trata tanto de negar una u otra opción como de incorporar aquello que había quedado fuera previamente, en un diálogo constructivo. El proceso histórico 'Tesis, Antítesis, Síntesis', como expresara Hegel.

Pero, ¿qué es una tecnología? Básicamente, podríamos decir que una tecnología es la serie de pasos que ha dado alguien para obtener un cierto resultado, expresado de tal modo que cualquier otra persona que siga los mismos pasos, obtendría un resultado semejante.

Con una definición así de amplia, podemos entender lo que Michel Foucault llama 'Tecnologías del Yo': aquello que nos permite desarrollarnos, desarrollar nuestros sentidos, nuestra conciencia, nuestras capacidades.


Fin de la primera parte