lunes, 19 de diciembre de 2011

Soy normal?

Un problema actual: ¿soy normal? Muchas veces las personas que vienen a coonsulta preguntan, angustiadas, si eso que les pasa es normal. La respuesta es que sí y que no. No, porque su problema o limitación es suyo, tanto si lo comparten millones de personas como si no. Y porque ser “normales” no es sino una convención social, variable de una época a otra. La realidad de las personas que componemos la sociedad es siempre mucho más ancha de lo que consideramos “normal”. Igual que cada uno tenemos una cara diferente, unas huellas dactilares únicas, un sexo único, un único sentido del humor, una voz inconfundible, un iris diferente; igual igual, el campo de los dolores y los desafíos vitales son una experiencia única, que ha de ser vivida y transformada por una única persona, la que vive esa situación. Y sí : es normal estar fuera de la normalidad. La perspectiva social La función positiva del concepto “normalidad” es ofrecer una guia de conducta, una barrera que impide a muchas personas cometer actos nocivos, para ellas mismas y/o para la sociedad. La “normalidad” es también parte del “sistema excretor” de la sociedad: es legítimo, si no imprescindible para sobrevivir, que la sociedad identifique y se active para expulsar de su seno aquello que sea tóxico, que ponga en peligro la cohesión social. Los abusos de esta intención inicial (marginación, conducta estereotipada, hipocresía, encarcelamiento, racismos, clasismos, esnobismos, prejuicios de unos grupos sociales frente a otros...) vienen justamente de olvidar ese objetivo inicial, aquello que se trataba de preservar: una convivencia que facilite el pleno desarrollo de los miembros.
Cuando olvidamos que el ideal de normalidad es para servir a las personas y no al revés, ser “normal” se convierte en un arma de desprestigio mútuo, y en definitiva, de la propia forma de ser. Y así, sin ser conscientes de que censurando a otros nos hemos censurado a nosotros mismos, acabamos aceptando como una enfermedad crónica el vivirnos fuera de lugar, con la desagradable sensación de ser inadecuados. Y colectivamente se deriva a una sociedad cínica, macarra, descraída de los ideales, cruel con las diferentes, íntimamente herida (precisamente, porque todos somos diferentes), y al mismo tiempo, sin habilidades para apoyarse cada uno a sí mismo, ni unas a otras. Al revés, cuando nos esforzamos en ser normales, partimos de un irreal y difuso concepto de nosotros mismos, y tratamos de utilizar la frustración como combustible para el cambio, con el resultado de que nuestro funcionamiento se gripa. Dos referentes alternativos: la experiencia... La propia experiencia es una guía imprescindible. En un mundo fuertemente intelectualizado, donde la intuición y la emoción son despreciadas como fuente de conocimiento (en tanto que cualidades yin o femeninas), es aquí donde nos encontraremos la guía más fiable. ¿Qué sieto? ¿Qué me pasa? ¿Qué necesito? El Buda Sakyamuni explicaba, después de sus profundos viajes por los reinos de la conciencia, que lo que le había ayudado a mantenerse lúcido fue la atención a la respiración: un sencillo acto físico, pero portador de la identidad. Si bien las emociones y las sensaciones no son infalibles, son expresión viva de nuestra existencia: en ellas, a través de ellas, podemos encontrar quién somos, qué necesitamos, hacia adónde nos queremos dirigir. Como decía Sartre, y suscribimos los gestálticos, ”La existencia precede a la esencia”. En otras palabras, lo que estoy haciendo ahora n es diferente de quien soy yo. Yo soy esos actos, esos momentos, esas experiencias. Yo soy mi normalidad. Desde donde estoy, puedo escoger hacia donde quiero ir. Si no sé dónde estoy, difícilmente llegaré a otro sitio, o no sabré cuándo he llegado. Si sé lo que me conviene, probablemente elija mantener un aspecto de normalidad en muchas áreas de la vida, y flexibilizarlo en otras. Si acepto las diferentes dimensiones de mi experiencia, no será una opresión: simplemente, a los condicionantes externos responderé con un compromiso entre mis necesidades, las de las personas que están en la situación, mis valores, y mis objetivos.
Elvira (como siempre, nombre cambiado) llegó a consulta en un estado razonablemente controlado, pero que evidenciaba angústia: voz tensa, agitación física, ojos enrojecidos, sonrisa forzada... entre otras cosas, expresó su preocupación por ser normal. Después de una breve conversación, la invito a darse cuenta, un ejercicio gestáltico: - Dí de qué te das cuenta, de la piel hacia fuera, así: “ahora me doy cuenta de la luz que se refleja en el cristal, ahora me doy cuenta del ruido del ascensor, ahora me doy cuenta del olor del incienso, etcétera.” - Uy, no sé si lo haré bien... veo la puerta... ¿es eso, lo que tengo que hacer? Veo la mesa, te veoa tí (yo: -”ahora me doy cuenta de...”), ay sí, qué tonta!... escucho unos pájaros, me doy cuenta de que escucho unos pájaros... La tensión interfiere en el proceso, produciendo errores, y realimentándose. Hacemos un proceso semejante con su mundo mental y con sus vivencias corporales. Mientras ella va diciendo, le doy realimentación en un sentido que refuerza su confianza en vivir lo que está viviendo, sin explicaciones, sin excusas, sin medias tintas: está bien, estar viviendo lo que estoy viviendo ahora. Está bien ser quien soy, ahora. Al acabar el ejercicio, la tensión se ha transformado en vitalidad, sus gestos devienen más suaves y espontáneos, la voz y la mirada reflejan alegría y esperanza: puede que un ejercicio así, suelto, no cambie radicalmente su vida, pero es indudable que Elvira parece haber encontrado una buena pista.d ... y la admiración
Hay otros mecanismos sociales que indican a las personas cuál puede ser el camino. Es por lo que se haceen estatuas, se dedican calles y se publican biografías. Una actitud especialmente nutritiva, como es permitirnos admirar: contemplar las cualidades, las virtudes, la belleza. Celebrar el bien de los otros, interesarnos por cómo lo han conseguido, consagrarnos a las mismas fuerzas y principios. No conformarnos con ser normales, sino extraordinarios. La admiración de los puntos luminosos en otros configura un cielo estrellado que, como a los marineros antiguos, nos servirá de Norte en la noche de la existencia. Podremos descubrir vocaciones, fortalezas y cualidades en nosotros, a partir de lo que hemos admirado fuera. Y eso nos ayudará a forjar una normalidad propia, unos criterios elegidos libre y conscientemente para conducirnos por la vida. Hay muchas cosas que podemos admirar: Podemos admirar a los súper-héroes, o los personajes de ficción de las buenas películas y novelas (los superhéroes y superheroinas son una versión moderna de los santos, que a su vez actualizaban la idea de los héroes de la mitología griega). Podemos admirar a personas extraordinarias: Gandhi, Rosa Parks, Frida Kahlo, Linus Pauling, Louise Hay, Fritz Perls, la Pasionaria,... por toda o por una parte de su vida (recomiendo visitar este blog: http://reflexionesdiarias.wordpress.com/). Podemos admirar la belleza de un cielo, de una montaña, la estructura de una hoja. La fuerza de los vientos. La pureza de un riachuelo. El poder del sol. La inteligencia de la naturaleza, la riqueza de la realidad. Conmoviéndonos, conectándonos a tales cualidades, enfocando nuestra atención para devenir así. Podemos admirar símbolos y expresiones espirituales, por humildemente transparentarse y dejarnos intuir la verdadera grandiosidad de la vida. Y también, podemos admirar a las personas que nos rodean: ¿Qué cualidades tienen? ¿Qué hacen bien? ¿Qué es hermoso en ellas?¿Cuáles son sus anhelos más profundos? ¿Cuál es su lucha silenciosa y heroica? ...Podemos admirar cuántas personas, en este momento, mantienen vivos sus sueños, se esfuerzan por dar una educación a sus hijos, no desfallecen intentando ser felices, amar, ser amadas. Si lo hacemos, puede que nos encontremos viviendo en una realidad mejor de lo que creíamos. Para terminar, un vídeo muy inspirador:

Posiciones, opiniones, talentos y vocaciones

Una visión perpleja

La vida humana está llena de contradicciones. Por ejemplo, como explicaba en el anterior post, cada persona vivimos con la certeza de nuestro punto de vista, más o menos funcional. Ahora bien, hay aproximadamente 7000 de personas con otros tantos puntos de vista... Primeramente, porque lo que tienen en común esos modelos de realidad, esos mapas o posiciones existenciales, es un cierto grado de funcionalidad, es decir: me permiten alimentarme, relacionarme, tener un sentido de valor y algún significado coherente de la propia existencia. Por ejemplo: yo (un señor) puedo creer que el mundo es un lugar amenazador y cruel. Leeré el periódico, puede que elija el más sensacionalista, con opiniones ya parecidas a las mías, que me hará decir, confortado: “¿Ves? ¡Tenías razón, cerebrito mío!” Cuando me encuentre con un amigo, estaré pendiente de cualquier intención hostil o malintencionada. Cuando mi amigo se harte de mi actitud, y riñamos, diré de nuevo, “¿Ves?¡Tenías razón, cerebrito mío!”. Eso también me ayuda a definir una identidad, una forma de diálogo con el mundo. Seré “un superviviente”, “una víctima”, “un exitoso”, o lo que sea.


Una trampa sutil... pero inexorable

La sensación de seguridad, el “chut” de endorfinas es tan grande, que con frecuencia sacrificaremos las evidencias en contra, con tal de poder vivir con esa paz y significado (paz y significado necesarios, por otra parte, para pensar y actuar con claridad): Una noticia de una iniciativa solidaria será “poco realista”, un gesto generoso de un amigo será “una maniobra manipulativa". Las sensaciones y emociones propias o de otros, serán subestimadas o interpretadas como amenazas. Así, como una espiral fractal, nuestra visión de la realidad incuestionada nos lleva a las evidencias que la confirman, torciéndola cada vez más.d Puede parecer exagerado, pero si pensamos en las guerras ideológicas, en la separación de los grupos sociales concluiremos que puede que convenga tener más en cuenta estas limitaciones del pensamiento.


Hay alternativas?

Esta separación del otro, este extrañamiento, nos lleva a segregarnos en grupos de afinidad, y a despreciar las opciones de otros grupos. Se convierten en “otros”, como si no fuesen realmente seres humanos, esencialmente parecidos a mí. Una “vacuna” podría ser reflexionar a menudo sobre nuestra condición común, nuestros anhelos comunes, nuestros límites comunes. También, cultivar la curiosidad, las ganas de saber, de conocer sin juzgar. Un proceso de autoconocimiento como el que nos proporciona la terapia Gestalt, por ejemplo, también nos ayuda a reconocernos en todas las luces y las sombras de las demás, a ver cómo de substancialmente tenemos una naturaleza idéntica, al tiempo que una individualidad insalvable (otra paradoja de la naturaleza humana). En mi primer post hablaba de un ideal, el de permitir que cada persona desarrollara sin obstáculos su propia naturaleza. Y bien, podemos comenzar desde ahora a enriquecer nuestra perspectiva.


"Riqueza de percepciones", mejor que “La Posición Correcta"

Lo explico con un ejemplo doble: Caso A: - Juana, te presento a Pepe. Pepe es (seminarista/testigo de Jehová/burgés/conservador... lo que se os ocurra). Pepe, te presento a Juana. Juana es (feminista / filosionista / obrera / marxista-leninista...). Una turbia nube aparece en la conversación. La comunicación, o bien se esfuma, o se vuelve superficial, o se torna amarga disputa. Lo más desconcertante es que los seres humanos somos capaces de crear grupos (y enfrentamientos) no sólo de posiciones grandilocuentes, como la política o la religión, sino de aquello más insignificante: ¿Eres del Barça o del Madrid? ¿De Zara o de Burberry's? ¿Del barrio de arriba o del de abajo? De Barbie o de Nancy? De Windows, Mac o Linux? Caso B: - Melinda, te presento a Florindo. Florindo hace (tai-chi / murales artísticos / gimnasia sueca / canto coral...). Melinda hace ( retratos al óleo / kárate / canta ópera / yoga). Una eléctrica fascinación aparece: -¡Qué interesante eso que haces! Te debes sentir realizada haciendo eso. ¿Qué técnica utilitzas? Al final de la conversación, deseamos a la otra persona que siga en esa línea, que haga su contribución a la mente colectiva desarrollando su afición, y nos sentimos enriquecidos por el intercambio. Hemos entendido que, cada uno a su manera, hemos encontrado nuestra vía, la forma de expresar nuestros talentos. Ni nos pasa por la cabeza que la actitud del otro sea una amenaza a la realización de mi camino, al contrario, es inspirador ver a alguien que sigue su vocación, nos estimula para seguir la nuestra. Somos iguales haciendo cosas distintas.


Conclusión

Diréis, ¡no es lo mismo!: en el caso de la política, está la gestión de los recursos finitos, “la discusión por el duro”. Y aún, cuestiones atávicas de pertenencia a la tribu, como en las clases sociales o los equipos de fútbol. Pero, ¿Cuánto no ganaríamos si nos tomáramos las posiciones vitales de otras personas como el camino que ellas tienen que recorrer? Mientras rondaba para darle forma a esta entrada, un amigo publicó en Facebook esta imagen, que me parece que expresa con brillantez lo que quería decir:
(Las personas tomamos diferentes caminos buscando plenitud y felicidad. Sólo porque una persona no siga tu mismo camino, no significa que se haya perdido)

¿Podemos navegar la realidad...

... Como los marineros hábiles navegan las corrientes y los vientos para llevar un velero a su puerto? ¿Podemos diseñar una realidad a medida de nuestras necesidades?
Puertas a la vida Hace más de medio siglo, el escritor Aldous Huxley sugirió la idea de “Las puertas de la percepción”, idea tomada del poeta místico William Blake, y más tarde, prestada al grupo rock “The Doors” (las puertas). Una idea que nos desconcierta que hace añicos la noción de realidad que manejamos cotidianamente: según esta visión, la función de los sentidos no sería tanto abrirnos a la realidad, sino filtrarla i codificarla para hacerla asumible. ¡Demasiado trabajo! La mente humana es un prodigio, sí, pero es un invento muy insuficiente para ser conscientes de todo lo que pasa en este momento. No soy consciente de cómo en este momento una estrella está brillando. No soy consciente de cómo gira la Tierra. Si mi cabeza cogiese las ondas de radio, tendría que atender simultáneamente centenares de emisoras, pero afortunadamente, no es así. Tampoco sé qué le está diciendo la vecina de enfrente a su gato. ¡Pero es que ni siquiera soy consciente de cómo crecen mis propias uñas! Los datos en los que basamos nuestra propia realidad son irrisorias, proporcionalmente a todo lo que pasa ahora. Por ejemplo, el investigador en neurología Monte Buchsbaum afirma que “una de las funciones más importantes del córtex cerebral consiste en seleccionar y filtrar el abrumador exceso de información que el ojo, el oído y los demás sentidos arrojan sobre el sistema nervioso central". Hay fenómenos que la evolución ha decidido que no son decisivos para mi supervivencia, y así, mejor pongo la atención en otra cosa, preferentemente, que satisfaga alguna necesidad. Después de las necesidades físicas y grupales, los seres humanosfisiològiques i grupals, els éssers humans necesitamos un modelo de realidad coherente, previsible, funcional. Así que nuestra servicial mente, no sólo nos recorta las noticiasque cree que nos interesan, de los periódicos que cree que nos interesan, sino que hábilmente, nos ahorra el sentimiento de incertidumbre, de confusión... que tendríamos si fuésemos conscientes de un torrente de estímulos. Además, nuestra mente se esfuerza en hacernos creer que lo que experimentamos conscientemente es LA realidad. Como explica D. Goleman en “El Punto Ciego”, nos volvemos ciegos a nuestra ceguera. ¿Y ésto a mí de qué me sirve? A estas alturas, estimada/o lector/a, posiblemente estés chocado por este planteamiento. ¿De qué me sirve cuestionar mi percepción? ¿Es eso lo que me tiene que ayudar a “navegar la realidad”? La respuesta es que si atendemos a esta realidad sobre la realidad, podemos descubrir cosas que sí que nos serán útiles: · Por ejemplo, dejar de discutir sobre qué punto de vista es más “real”, y comenzar a ver los matices de la subjetividad. · Empezar a ver que la forma en que funciona nuestra mente, en nuestra vida, no es la única posible, ni mucho menos, y abrirme a las comprensiones a que han llegado otras personas. · Pasar de afirmar "el punto de vista más correcto” a investigar “el punto de vista más útil". Un ejemplo Antonia (la llamaremos así, cómo no, una mujer) tenía fobia a las cucarachas, una fobia que le impedía moverse si se encontraba una presente. Mediante el procedimiento de fobias le enseñamos a su mente a verlas más pequeñas, más grises. El procedimiento dura apenas cuarenta minutos, pero los resultados suelen ser espectaculares y definitivos. Cuando Antonia terminó su proceso, imaginamos juntos que de un cajón de mi mesa salía una, que pasaba cerca otra cerca de su cara... Su respuesta, emocionalmente neutra, indica que hemos tenido éxito. Ahora falta saber, eso sí, qué pasará cuando encuentre una cuqui real y que pase un tiempo para corroborar que esos animalitos ya no suponen un problema en su vida. Lo que es curioso de esto es que no hemos manipulado las cuquis reales, sino su representación mental. Pero al hacerlo, al alterar el modelo de realidad de la cliente, lo que conseguimos es más libertad y menos sufrimiento. ¿Era más real la percepción anterior? Es más real la percepción actual? ¿Querrías dejar tu opinión en forma de comentario?

Bordes y crecimiento

"El crecimiento está en los bordes", es un aforismo gestáltico. No hace falta saber mucho de geometría o de teoría de los conjuntos, para intuir la verdad de esta frase, de una sencillez despatarrante. Hace muchos años contábamos aquél chiste en el que un viandante se encuentra un cartel que dice, “cuidado con el borde de la carretera”. El hombre se inclina para ver el barranco, y mientras se le acerca uno por detrás, que lo empuja al barranco. Y dice, “Jajaja, qué borde soy...!” El dicho gestáltico tiene también ese doble sentido socarrón: aquellas personas que nos sacan de quicio, aquellas a quienes tememos, sentimos animadversión, manías varias... son también una oportunidad para explorar nuestros límites, las facetas ignotas de nosotr@s mism@s. Admitiendo que esta empresa acostumbra a ser compleja y enrevesada, podemos comenzar por otros aspectos de las fronteras: por lo pronto, aquello que puedo masticar y digerir, que me aporte energía y elementos vitales, que llegue a formar parte de mí, le llamaré “nutritivo”. Y aquello que se me atragante, que supere la capacidad metabólica de mi cuerpo o de mi ser, le llamaré “tóxico”. “Nutritivo” y “Tóxico”, una diferencia crítica, tanto si nos encontramos enmedio de la selva como en una oficina o en una reunión de exalumnos. Tendré que empezar a escuchar mis necesidades, no sólo fisiológicas, sinó también las sociales, emocionales, espirituales, estéticas... y a afinar el oído (las sensaciones, la vista, el olfato) a qué me sienta bien, qué me nutre, y qué es mejor evitar. Mi vida será rica, plena, creceré en la medida en que sepa elegir con qué entro en contacto, qué permito que entre en mí y, formando parte de mí, me amplíe (yo ahora mismo estoy algo ancho, así que debo de estar haciéndolo fenomenal) Una mujer (sí, los ejempls de terapia acostumbran a ser mujeres: como dijo el poeta, “voy contra mi interés al confesarlo”: los hombres vamos bastante atrasados en eso de mirar a ver qué hay dentro), una mujer joven, decía, se enfrenta a una decisión de trabajo: tiene que elegir entre responsabilizarse de unas tareas que le solicita un compañero de trabajo, o decir que no y atender a su familia, hacer deporte, y otros proyectos creativos propios. Mediante el trabajo con submodalidades de PNL, hacemos que su cerebro se represente mejor lo que ella quiere, incluyendo una valoración sobre la petición del compañero. Cuando lo hacemos, no tiene ninguna duda de qué es lo que quiere y lo que va a hacer, aunque aún le cueste decir que no.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Que nazcan flores a cada instante

El título de este post es también el de una canción de Lluís Llach, Cal que neixin flors a cada instant. La frase me resultaba fascinante desde muy joven : una imagen de flores sucesiva y eternamente abriéndose, en un esfuerzo heroico y a la vez, tan sostenido, tan delicado, que deviene sin esfuerzo: cada flor se abre cuando las fuerzas existentes en ella convergen para hacerlo. Qué ideal más bello, que las personas pudiésemos vivir nuestra existencia así! Cada cual obraría permitiendo que todas sus fuerzas y cualidades actuasen sin resistencia, orquestadas por su voluntad. Nuestros esfuerzos multiplicarían los resultados, liberados de la torpeza y la contradicción. Nuestra cualidad íntima, nuestro genio particular, se desplegaría en la sociedad. Y estaríamos en condiciones de apreciar y apoyar la naturaleza de las demás, favoreciendo así que cada conciudadana contribuyese de la mejor forma posible al bien común. Este ideal, naturalmente, no es nuevo, sino que forma parte de la “filosofía perenne”, de que hablaba A. Huxley: la podemos encontrar en diversas tradiciones y disciplinas, puede que el en el Tao-te-king sea donde más se enfatiza esta espontaneidad eterna y sin obstáculos: "La gran perfección parece imperfecta pero su eficiencia no disminuye. La gran plenitud parece vacía pero su eficiencia no se agota. (cap. 45) La Gestalt nos ha dado unas actitudes y herramientas para hecer realidad este ideal en personas y en vivencias concretas. Una conocida frase gestáltica, popularizada por el libro de Barry Stevens del mismo nombre, dice “No empujes el río, el río fluye sólo”: La Gestalt exhorta a no resistir lo que eres en este momento, incluso regarlo con la atención y el afecto, permitir que crezca, con las justas precauciones, para que aquello que era pequeño, oscuro, horrible, se despliegue en su magnificiencia, se integre en la totalidad de quien es uno, participando armoniosamente en el conjunto: lo que era un obstáculo se vuelve un aliado; lo que era falta deviene virtud, lo que era el otro (“el infierno son los otros, senteciaba Sartre), deviene el propio ser. Por ejemplo, una mujer dentro de un trabajo con los sueños, ha conectado con una energía muy agradable y nutritiva. Siente cómo se expande por su cuerpo, excepto un área inquietantemente oscura, bajo el hombro izquierdo. La sombra la atemoriza, cree que no tiene otra intención que destruirla a ella. Propongo vivir desde dentro esta sombra. Y cuando se lo permite, empiezan a aparecer nuevas sensaciones, nuevas comprensiones: la sombra es el peso de no poder ser, de no merecer una vida plena. “Lo siento conectado a todas las mujeres de la familia, no se salva ni una”, dice. Ahora que puede vivir claramente el dolor y la confusión, identifica qué necesita realmente: necesita la validación de su madre. A través del role-playing satisfacemos esta necesidad, este vacío del pasado. Ahora, ella está en condiciones de darse ese apoyo, y de enfrentar su realización con el agridulce de los miedos y las esperanzas.