viernes, 2 de marzo de 2012

Causas y efectos

Una habilidad muy vital
A la vera de una acequia hay un petirrojo, que ojea insistentemente su entorno. Necesita saber qué es cada cosa que ve:.
¡Un gusano! Ah, me acerco porque me causará nutrición. ¡Otro petirrojo macho! Voy y me pego con él, porque si lo dejo me causará la pérdida de mi territorio, y eso me causará menores probabilidades de reproducción. ¡Un gato! Me largo, o me causará la muerte.

Establecer relaciones causa-efecto es una habilidad imprescindible para manejar la realidad. Desde muy pequeños, nos esforzamos por comprender la mecánica causal de la realidad que nos rodea: un llanto causará que me atiendan; un golpe fuerte causará que se rompa el cristal; estudiar causará la aprobación de los adultos; pegarle a Juanito causará problemas.



Dibujamos una miríada de líneas
que van del pasado al presente, y del presente al futuro: son las puntadas con las que bordamos nuestro modelo de realidad.
Este complejo diseño nos permite ser eficaces y también, calmar parcialmente la ansiedad de no controlar, el terror de vivir en una realidad que sobrepasa con mucho nuestra comprensión y capacidad de previsión.
Puede que por eso abusamos tanto de este mecanismo.

"¿Para qué?" en lugar de "¿Por qué?"
Tomàs (nombre ficticio) vino con gran ansiedad a la consulta. Un cúmulo de circunstancias nefastas ha exacerbado un estado de desasosiego, en el que resulta muy difícil pensar con claridad. La menor de estas circunstancias no ha sido una ruptura inesperada y traumática.

"- Yo necesito entender por qué, ¿Por qué esta persona ha actuado tan mal conmigo? ¿Por qué se comporta así? ¿Por qué no me he dado cuenta antes? ¿Por qué no puedo dejar de pensar en ella? ¿Por qué?
Mediante la conversación, vamos probando a substituir las preguntas "¿Por qué?" por preguntas "¿Para qué?". Así vamos progresivamente descubriendo otra forma de ver las cosas (un mapa), más funcional.
La siguiente vez que nos vemos, Tomás afirma estar comprendiendo mejor la situación, haber reducido substancialmente sus pensamientos obsesivos, y afirma: "Lo que más me está ayudando es hacerme la pregunta del "¿Para qué?".

Y, ¿Por qué nos dá más información el "¿Para qué?" que el "¿Por qué?"?
El segundo indica una causalidad, que tendemos a creer única, y acostumbra a degenerar en una racionalización improductiva. Por ejemplo, "¿Por qué estás leyendo esto?": Una posible respuesta es "Porque me gusta". Pero también serían porqués válidos: "Porque aprendí a leer en la escuela", "Porque tengo un móvil de última generación", "Porque estamos en una democracia", "Porque se extinguieron los dinosaurios y empezó la supremacía de los mamíferos". En el Porque caben cómodamente deseos, justificaciones, y cualquier relación arbitraria entre hechos pasados.


¿Por qué eres así? "Porque me ridiculizaban en la escuela"; "Porque mis genes lo determinan"; "Porque me enseñaron a valerme por mí misma"...
Todas las respuestas son muy sesgadas, excepto "Porque todas las experiencias que he vivido, y que han existido antes de mí, grandes y pequeñas, me han conducido al ser que soy ahora".
Por el contrario, ¿Para qué? se centra en el propósito de la conducta, en la intención. Esto nos sitúa directamente en un plano más concreto, y cuando me refiero a mí mismo, a tomar contacto con mis necesidades, y así, poderlas satisfacer mejor. Por ejemplo, si me pregunto, "¿Por qué fumo?", mi "secretario interior", o inconsciente, puede que me responda: "Porque estás idiota".

Preguntas pobres, respuestas pobres.

En cambio, si me pregunto, "¿Para qué fumo?", dirijo la atención a la necesidad que trato de llenar con el tabaco: de calma, de comer, de integración social, de hacer algo. Si me hago más consciente de qué necesito realmente, puedo escoger otros caminos, si tengo hambre, comer, si quiero sentirme cerca de alguien, hablarle, etcétera.

Y si me pregunto ¿Para qué? respecto a otras personas, puede que vea con más profundidad su búsqueda, y me incline más a sentir compasión o a ayudar, o a alejarme con respeto. En cualquier caso, tendré un 'mapa' más nítido de la realidad interna del otro.
Por fin, si el ¿Por qué? nos sitúa en ver la consecuencia actual de una causa pasada, dejándonos justificados pero impotentes; el ¿Para qué? nos pone en la rampa de lanzamiento de nuestra propia vida. Incómodo a veces, valioso siempre, situarnos como causa de nuestra vida y no como efecto es lo que nos da la oportunidad de vivir de verdad.
Es lo que conocemos como "responsabilidad": obrar sabiendo que de mis actos dependen los resultados.

Responsabilidades, causas y autoestima
La responsabilidad es un concepto muy apreciado, sólo que cada cual lo entiende 'según le va en la feria'.
Una persona se puede considerar muy responsable si cumple con sus obligaciones sociales, con su trabajo y con el ejercicio del voto. En cambio, considera que tiene 'mala suerte' en el amor, tiene cegada su necesidad de alimentos saludables, y desprecia su hambre de comprensiones metafísicas.
Otra persona produce excelentes resultados en las relaciones de amistad, y con lo que tiene que ver con la familia y los compañeros de trabajo, y considera que la 'mala suerte' ensombrece su gestión del dinero, o de definir una carrera profesional, y puede ignorar todo acto de responsabilidad ciudadana, incluso en temas que le tocan de cerca (un basurero cerca de casa, o reducciones de sueldo, por ejemplo).

Nathaniel Branden, el conocido experto en autoestima, señala que la percepción de uno mismo como causa (responsable) en un área concreta de su vida, coincide con el grado de autoestima que ha conseguido mantener en ella. Por ejemplo, si los mensajes que he recibido desde pequeño/a me han convencido de que era poco inteligente, tenderé a no sentirme capaz de causar cambios en esa área, y no me sentiré responsable de lo que circula entre mis orejas.
Si he creído que era un crack de la mecánica, sentiré naturalmente que resolver problemas mecánicos, pedir piezas, investigar nuevos diseños, calcular fricciones y cargas... va conmigo, incluso cuando eso sea difícil.
Si las experiencias frustrantes me llevaron a concluir que no soy digna/o de amor (baja autoestima), tenderé a poner la responsabilidad de lo que me pase en las relaciones en los/las otros/as, o en la genética, o en la sociedad patriarcal-capitalista, o en un mal de ojo.

La lluvia causa que crezca la hierba.
El matrimonio Andreas, desarrolladores de técnicas de PNL, exploraron cómo nos hacemos una idea visual de las causas y los efectos: ¿Cómo imagino la relación causal entre la frase de arriba, entre la lluvia y la hierba? ...Puede que imagine una película corta, en la que después de una cosa viene la otra. O una flecha en un diagrama. O quizá, de otra manera.


Si quieres hacer la experiencia y observar cómo te representas la causalidad, aquí tienes unas frases de ejemplo:
- La mala alimentación causa obesidad.
- Las experiencias de éxito causan autoconfianza.
- El vino junto con el calor, causan sueño.
- Los gestos bruscos causan que se vayan las aves.


Y ahora nos podemos representar mentalmente otras, a ver cómo nos vienen:
- Mis atenciones causan belleza en las plantas de casa.
- Mi trabajo causa beneficios para mí y para otras.
- Elegir lo que como causa mi estado de salud.
- Comunicarme con franqueza causa relaciones satisfactorias.
- Adquirir conocimientos me causa una visión de la vida más rica.
- Resolver diligentemente los asuntos me causa tiempo libre.
- Yo he sido la causa de mi vida presente, y soy la causa de mi vida futura.


Y para terminar, un chiste

Dos amigas:

- Yo antes creía que si pasaban dos cosas correlativas, había una relación causa-efecto. Pero dí clases de estadística, y ya no hago esa suposición.

- Ah, qué guay! O sea, que te sirvieron las clases?

- Mmm... Puede ser.

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