miércoles, 4 de enero de 2012

Carta de un terapeuta a su cliente




Aclaración inicial

Desde que publiqué la última entrada, alguien me sugirió que podría ser interesante hacer la réplica: como veo yo a las personas que vienen aquí? Y no veo motivo para no hacerlo, mejor, no encuentro una excusa digna para no afrontar un ejercicio exhibicionista y arriesgado a partes iguales. Así que tendré que poner la vergüenza y la pusilanimidad (que no la prudencia) en una botellita de cristal, hasta que termine de escribir, por lo menos. Por comodidad de lectura, varío el género de la persona destinataria, en vez de usar ambos cada vez, sin otra implicación.

El inicio
Cuando viniste la primera vez, estaba expectante, curioso. Sólo habíamos hablado un rato por teléfono, y por tu voz, por tu presentación, traté de intuir algo sobre tí. Llegaste y traté de mantener abiertos todos mis sentidos: ¿Quién eres? ¿Cómo eres? ¿Qué dice tu voz? ¿Qué dice tu aspecto? ¿Cómo son tus gestos? ¿Qué visión tienes de la vida, y del tema que quieres tratar? ... Siempre me ha impresionado la capacidad de Carl Rogers, el cual, según se dice, era capaz de conocer la naturaleza del problema de su cliente en los cinco primeros minutos de visita.
Más que llegar a una palabra concreta, a un gesto descifrable con tablas diagnósticas, trataba de verte, de comprender tu vida tal como se presentaba ante mí.
También me dí cuenta de que me examinabas: no me resulta cómodo, pero entiendo que es el deber de quien contrata cualquier servicio, y más uno como este.
Así que allí estábamos: hablando de cómo es la terapia, y de como eran tus problemas, y, al mismo tiempo, estableciendo una danza de aproximación/alejamiento en múltiples y complejos niveles preconscientes.

Como dijo acertadamente John Lennon, "La vida es lo que nos pasa mientras estamos pensando en hacer otra cosa". De eso también iría la terapia: de hacernos más conscientes del "eso que nos pasa..."


Trabajando juntos
Cada día que nos vemos, antes de que vengas, doy una ojeada a mis notas de sesiones pasadas, eso me ayuda a ver tu proceso en perspectiva.
Te atiendo y me sumerjo en tí: por momentos me dejaré llevar por tu experiencia, me alegran tus victorias, me entristecen tus pesares y me inquietan tus desafíos vitales. Pero salgo de tí para volver a mí, y para buscar el escalón adecuado a tu paso en ese momento, el que permita a tu conciencia desplegarse reconociendo los obstáculos. Voy y vengo, voy y vengo...

Yo también formo parte de la relación terapéutica. Hace unos años, se intentó un modelo informático que daba respuestas bastante afinadas a un consultante. Resultó un fracaso: el crecimiento como personas necesita del intercambio con el mundo real, con las personas reales. Hay una parte de nuestra esencia que no es individual, sinó colectiva, algo así como los insectos sociales, abejas, hormigas, etc.
Así, yo estaré en la relación tan honestamente como pueda, excepto por el aspecto de apoyarme en tí para tener gratificación emocional o de otro tipo, como sí que sería legítimo en otras modalidades de relación entre iguales.
Mi interés en tí es sincero: el dinero implicado en nuestra relación es lo que a mí me permite atenderte descargado de preocupaciones externas, y lo que a tí te permite dejarte ayudar sin la inquietud de tener que cuidar de mí. Y para las dos, un recordatorio de la naturaleza de nuestra relación, diferente de la de amigos, de la de maestro/alumno, de la de confesor/fiel, de la de amantes, de la de padre, madre, hija, nieto... Por supuesto que no es cualquier relación comercial. Es una relación cualitativamente diferente de otras. Es una relación en la que la autorrevelación deviene un aspecto clave. Por eso, me esforzaré en ser auténtico ante tí. Si hay en mí emociones "negativas", lo elaboraré contigo de la forma más constructiva posible. Descifrar las particularidades, los límites y los potenciales de esta relación será una de nuestras tareas. ¿Porqué? Porque eso te dará las claves para comprender mejor tu ser-en-relación, o ser-en-el-mundo, cosa que, lejos de ser una cavilación filosófica estéril, resulta muy práctica para vivir cabalmente.



En el potencial de la relación cabe que creemos entre las dos una burbuja de descompresión, en la cual tienen cabida conductas poco probables en el áspero y condenatorio mundo exterior: calmar la atención hasta que llegue a captar los minúsculos cambios de una emoción; experimentar movimientos inhabituales; explorar la realidad desde el punto de vista de un sueño, o de otra persona... Para mí es gratificante ver cómo te vas atreviendo a expandir tus límites, celebro y admiro tu coraje.



Y cuando no es así, comprendo tus motivos conservadores, los comprendo porque yo también los vivo, con mis propios límites. Siempre hay una frontera, mal si no fuese así.
Y sé que simplemente estar aquí conmigo, expuesto a observar tu propia reticencia, es también un acto valiente y provechoso, un estado correcto de tu proceso: no tendrías que hacer otra cosa, no es una posición inadecuada, mientras no se renuncie al crecimiento.
Me alegro de estar en la sesión contigo, compartiendo la tarea de manejar la propia vida. Como tú, estoy seguro de que juntos venceremos!!!


Conclusión

Me doy cuenta de que escribir sobre la propia experiencia es también una forma de autoterapia, de explorar más detenidamente los contenidos y la dirección de mi mente y de mi actividad. Con el aliciente de escribir no sólo para mí, sino para otras, que me obliga a ordenar y exponer con mayor claridad lo que vivo. Antes de empezar, me daba miedo mostrarme inadecuadamente, decepcionar. Sabía conscientemente que era difícil que me mostrara diferente a como me muestro en terapia, pero se me despertaban viejos temores. Afortunadamente, he podido dejar esos viejos temores en la botellita, y ponerme delante de mí mismo. Y me ha servido, en definitiva, para conquistar un espacio más para "ser", en mi vida, y confío que tambień en la tuya, lectora!








No hay comentarios:

Publicar un comentario